"La pintura -añadió- de Verónica Sanz responde a un proceso de investigación sobre los materiales y su incidencia en los soportes. Un horizonte plástico de azules abre las perspectivas que el espectador se enfrente a la emotiva contemplación de la inquietante materialidad de la pintura".
Autodidacta, Verónica ha pintado desde que era una niña y vino a Jerez hace casi una década para aprender con David Saborido la parte más técnica en 'La casita amarilla', "la necesaria para llegar hasta la actualidad, aunque lamentablemente no vivo de la pintura".